El cuidado de la boca, y en especial de los dientes, es fundamental en nuestro día a día. Realizarlo de manera constante previene dolencias como la enfermedad periodontal. Esta puede ser leve o acabar derivando en la pérdida del diente.
La enfermedad periodontal
Esta enfermedad hace referencia a la infección que sufre el tejido que sirve de soporte a las piezas dentales. Es decir, es la infección de las encías y en los casos más graves, del hueso. La mejor forma de prevenirla es realizar un correcto cepillado y el uso de la seda dental.
Cuando hablamos de enfermedades periodontales distinguimos dos tipos:
- Gingivitis: Es la fase inicial en la cual se acumula placa bacteriana que puede transformarse en sarro. Es responsable de la inflamación, el enrojecimiento y el sangrado leve de las encías.
- Periodontitis: En este caso nos referimos a la pérdida estructural del soporte del diente. Es el punto más avanzado de la enfermedad y no es reversible. Eso sí, existe la posibilidad de aplicar técnicas para implantar un diente.
Esta enfermedad se da en adultos y cuenta con varios factores de riesgo que pueden provocarla:
- Estilo de vida: El consumo de alimentos inadecuados o alcohol.
- Tabaquismo: Fumar daña las encías e impide la cicatrización.
- Genética: Existe un grado de predisposición genética a sufrir la enfermedad.
- Higiene bucodental: Una higiene deficiente es provoca el desarrollo de esta enfermedad.
Cómo hacerle frente
En caso de desarrollar la enfermedad en alguna de sus fases, existen tratamientos para paliar sus efectos. Una limpieza bucodental que elimine el sarro es la principal medida contra la gingivitis; se elimina el sarro y se limpia la placa bajo las encías. En casos más graves, se recurre a la cirugía para reimplantar hueso o sustituir la pieza perdida por un implante artificial.
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